Morit caminaba junto a Garruk, iban cogidos de la mano dando un tranquilo paseo. Se hizo una idea de lo que iba a decirle y le invitó a sentarse, señalando la sombra de un gran sauce llorón que descansaba junto al río.
Cuando hubo tomado asiento, se situó a su lado y le mostró su más encantadora y alegre sonrisa. Posó la mano en su tripa y la acarició suavemente, con gran aprecio.
-Es... nuestro hijo -le sonrió con ojos soñadores- o hija -corrigió, a la vez que soltaba una leve risita.
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