miércoles, 21 de septiembre de 2011

Nunca dejes de luchar.

Sentada en la incómoda silla del hospital esperaba junto a tu camilla que dieses alguna señal, cualquier signo de que siguieras aquí...
En lo más hondo de mi corazón sabía que no volverías, que no regresarías jamás... Una parte de mi me lo decía, gritaba fuerte que abriera los ojos y me diese cuenta de la realidad. Por todos los medios intentaba callarla, y hacer así más grande la esperanza que había ido perdiendo acorde pasaban los meses.
Te contaba lo que iba sucediendo a medida que pasaban los días, y te intentaba guiar por medio de mis palabras:
"No te pares, Ana. Nunca dejes de moverte. Si te detienes las agujas del tiempo te atraparán, y ya jamás te soltarán.
Vuelve a casa, encuentra el camino para llegar aquí. Ven de nuevo con nosotros, te estaremos esperando. No importa el tiempo que pase, siempre estaremos aquí esperando tu regreso."