El sol comenzaba a ocultarse tras las grandes montañas
nevadas, y los habitantes ya se iban retirando a sus hogares para descansar
tras otro duro día de trabajo.
En la sala dónde estaban reunidos algunos shinobis de la
villa no era distinto. Los primeros en finalizar las tareas intercambiaban
palabras de despedida con sus compañeros antes de salir a las calles, mientras
los otros esperaban impacientes que llegara su hora para poder imitarles.
Entre todos ellos, sentado en una de las mesas apartadas de
los demás, Pain intercambiaba miradas cómplices con otra kunoichi. Firmaban así
un mudo pacto que solo ellos sabían, y no tardarían en cumplir.
Itami terminó antes, y recortó un trozo de hoja en el que
escribió unas palabras rápidas. Con unas frases corteses se despidió de sus
compañeros y, antes de salir, pasó por la mesa dónde estaba él, deslizando
suavemente la nota. Y después desapareció tras la puerta, no sin antes pararse
en el marco para echar la vista atrás y dedicarle una juguetona sonrisa, mostrando
que le esperaba ansiosa.
Se revolvió en la silla nervioso y desdobló el papel.
<<En el
puente>>, era lo único que decía, pero tampoco él necesitaba más para
comprenderlo. Conocía perfectamente aquel puente que había presenciado
encuentros suyos, y sabía que cuando él
finalizara ella ya estaría allí aguardándole.
Y así era, pero ese día le pareció más bella que nunca.
Permanecía sentada en una de las barandillas con sus cabellos dorados ondeados
por el viento, a la luz del atardecer, mientras sus ojos azules contemplaban su
llegada.
-Has llegado –le saludó ella cuando ya estaba a su lado, y
se bajó para colocarse a su altura.
-Por supuesto –contestó con una sonrisa, alzando la barbilla
de ella con sus manos.
Y no hicieron falta más palabras, los largos besos delataban
el deseo de sus cuerpos, el recorrido de sus manos los deseos carnales el uno
por el otro.
Y aunque ambos sabían que no podía ser allí, en aquel puente
tan poco resguardado de miradas indiscretas, se sentían incapaces de parar
aquel intercambio de pasión.
Fue él quien cortó uno de aquellos besos para dedicarla una
sonrisa pícara, aún a escasos centímetros de su rostro, y cogerla de la mano.
Empezó a caminar, Itami lo siguió con fe ciega por aquel bosque internándose
más en este, la lujuria aún corría por sus venas y querían poseerse sin
remedios ni medidas.
Llegaron a una vieja casa que se encontraba casi en ruinas y
entraron juntos, estaba con algunas grietas, pero no les molestó su estado. En
el centro había una manta roja, se veía que había sido colocada hace poco, pues
no estaba como el resto del lugar.
La colocó de espaldas a la manta y volvió a besarla con
fuerza, sus lenguas participaban en un baile de pasión y lujuria…
Las manos de ella pasaron por debajo de su camiseta, acariciando
su pecho. Comenzó a subirle la prenda y
él levantó los brazos para que ella se la quitara en su totalidad. Como
impulsado por las acciones de la chica, él fue recorriendo su contorno debajo de la ropa y se deshizo de la camiseta,
dejando ver el abdomen de la provocativa joven, un sujetador blanco era ya lo
único que se interponía.
Lentamente los labios de Itami fueron bajando por el cuello del chico y prosiguieron su recorrido
por todo su torso desnudo hasta la línea por encima de su pantalón, que marcó
con cada uno de sus besos para lentamente desabrochar los botones con una de
sus manos e introducirla para acariciar su miembro por encima de la tela.
Él miraba extasiado sus juegos, y fue acariciando la espalda
de ella hasta dar con el broche del sujetador y liberar sus pechos , ella seguía
con su labor. Con cuidado le iba desnudando, bajando cada vez más sus
pantalones, dando a ver su miembro erecto y acariciándolo suavemente acompañado
por el roce de sus labios.
Toda la ropa empezaba a estorbar, por lo que entre suspiros
y caricias las prendas fueron desapareciendo.
Él estaba completamente desnudo sobre la manta, mientras que
ella solo mantenía las bragas que ya empezaban a descender por sus piernas bajo
las manos de él.
Itami continuaba ofreciendo a su miembro besos y caricias, y
lentamente fue introduciéndoselo en su boca en unos movimientos acompasados a
los gemidos de él, que marcaban el vaivén al igual que los pequeños empujes que
la hacía poniendo una de sus manos en su cabeza, acariciando así su cabello.
Ella le miraba desbordando locura, suavemente volvió a subir
al encuentro con los labios de Pain, que la recibió deseoso de placer. La tumbó delicadamente sobre la cama.
Descendió su rostro a los pechos de ella y los besó, pasando despacio su lengua
por ellos.
Las manos de ella estaban enredadas en el pelo de él y le
apegaba más hacia sí, mientras que las del chico se deslizaban por su cintura
para darle algunas caricias.
Completamente desnudos, sudados, y llenos de pasión y lujuria.
Él se colocó entre sus piernas, y ella le miró intensamente
haciendo así un mudo asentimiento. La intimidad masculina rozó la femenina,
haciéndola gemir levemente, deseosa de más. Sin avisar se adentró en ella, de
forma algo salvaje… y otro gemido escapó de los labios de ambos. Los de ella al
sentir el miembro en su interior, y él disfrutando de sentirse en la cavidad de
la chica.
Los movimientos comenzaron con suavidad, y fueron aumentando de velocidad, dejándose
llevar por aquel momento, disfrutando de cada instante.
Ella se retorcía de placer debajo suya, sus labios se
buscaban e intercambiaban besos rápidos y cortos, entre gemidos y suspiros de
placer.
Estaban saciando su sed de placer, y ambos se miraban a los
ojos, intercambiando miradas de satisfacción.
Los constantes roces en su miembro le hacían sentirse en el
cielo, y cada vez el ritmo fue yendo más rápido y profundo, lo delataba, y los
suspiros de ella también, estaban al borde de tocar el cielo juntos.
Ella se acercó aún más hacia él, uniéndose en profundidad, mientras
una corriente de placer la recorrió por todo su cuerpo.
Ambos soltaron el aliento seco de sus bocas… y el acto rozó
con el final.